6/22/25 - El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Queries hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy celebramos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo — Corpus Christi. Es una fiesta que dirige nuestra mirada a la Eucaristía, el mismo corazón de nuestra fe católica. Hoy recordamos y nos regocijamos en el misterio de que Cristo está realmente y verdaderamente presente — cuerpo, sangre, alma y divinidad — en el Santísimo Sacramento del Altar.
El Evangelio de hoy narra la multiplicación de los cinco mil. Jesús, movido por la compasión, sana a los enfermos y luego dice a sus discípulos: “Denles ustedes de comer.” Los discípulos, abrumados, responden: “No tenemos más que cinco panes y dos peces.” Pero Jesús toma lo poco que hay, lo bendice, lo parte, y lo da — y se convierte en más que suficiente. Este milagro no es solo una historia sobre hambre física. Prefigura la Eucaristía. Así como Jesús alimentó a la multitud con pan terrenal, ahora alimenta a su Iglesia con el verdadero Pan del Cielo — su propio Cuerpo. Y al igual que en el milagro, hay abundancia: más que suficiente para todos.
El Catecismo enseña que la Eucaristía es “fuente y cumbre de la vida cristiana.” ¿Por qué? Porque es Cristo mismo — su Presencia Real. Él no está meramente simbolizado en la Eucaristía; está allí, cuerpo y sangre, alma y divinidad. El Dios que un día caminó entre nosotros ahora habita humildemente bajo la apariencia de pan y vino, partido y derramado por nosotros. También es Sacrificio. Cada Misa es la re-presentación del único sacrificio de Cristo en la Cruz. No solo recordamos el Calvario — somos convocados a él. Ese mismo Jesús que dijo “Este es mi cuerpo… Esta es mi sangre… Haced esto en memoria mía” está presente en cada altar. Y es Comunión. Recibir la Eucaristía es entrar en unión íntima con Cristo — y, por medio de Él, entre nosotros. Nos hacemos lo que recibimos: el Cuerpo de Cristo.
Un testigo moderno poderoso de la fe eucarística es el Beato Carlo Acutis, un adolescente que murió en 2006 a los 15 años. A pesar de su juventud, Carlo comprendió algo profundo: que la Eucaristía no es solo un símbolo o una tradición — es Jesús mismo. Carlo decía con frecuencia: “La Eucaristía es mi autopista hacia el cielo”. Asistía a Misa diaria, pasaba horas en adoración y usaba sus talentos para crear un sitio web que catalogaba milagros eucarísticos en todo el mundo. Quería que otros vieran lo que él veía — que Dios está realmente con nosotros en la Eucaristía. Su vida nos recuerda que la santidad es posible, incluso — y especialmente — para los jóvenes, cuando está arraigada en el amor por la Presencia Real de Cristo.
Ese mandato — “Denles ustedes de comer” — no es solo para los apóstoles. Es para la Iglesia hoy. Cristo nos alimenta para que alimentemos al mundo — espiritualmente, sí, pero también materialmente. La Eucaristía debe derramarse del altar hacia actos de justicia, misericordia y caridad. Si realmente somos el Cuerpo de Cristo, entonces los quebrantados, los hambrientos, los solitarios y los perdidos deben encontrar en nosotros el amor y la sanación de Jesús. Cada vez que recibimos la Comunión, somos enviados a ser Comunión para los demás.
Preguntémonos: ¿Recibo la Eucaristía con reverencia y gratitud? ¿Reconozco a Cristo en el Santísimo Sacramento — y en los pobres, los sufrientes y los marginados? ¿Vivo una vida eucarística — una vida entregada en amor?
El beato Carlo no esperó a ser sacerdote o teólogo. Vivió una vida eucarística ahora — como estudiante, como hijo, como amigo. Y nosotros también podemos. Hoy, al honrar la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, renovemos nuestra devoción a Él — en la Misa, en la adoración y en nuestra vida cotidiana. Seamos un pueblo eucarístico, nutrido y transformado por el Pan de Vida, y enviados a ser sus manos y pies en el mundo. Que María, la mujer de la Eucaristía, y el beato Carlo Acutis, apóstol de la Eucaristía, intercedan por nosotros.
¡Dios bendiga a todos siempre!!!
P. Stan