16 de novembre de 2025 - 33 Domingo Tiempo Ordinario

Queries hermanos y hermanas en Cristo: 

Al acercarnos al final del año litúrgico, la Iglesia nos invita a elevar la mirada hacia el horizonte de la historia — hacia la plenitud de todas las cosas en Cristo. El tono de las lecturas de hoy es urgente, pero lleno de esperanza. Nos recuerdan que, aunque el mundo tal como lo conocemos pasa, el plan de salvación de Dios permanece para siempre. En la primera lectura, el profeta Malaquías advierte sobre la llegada del “día del Señor” — un día que traerá juicio para los soberbios y sanación para quienes veneran el nombre de Dios. La imagen del “sol de justicia con sus rayos sanadores” nos ofrece esperanza: incluso en medio del fuego y la prueba, la luz de Dios se alza para los fieles.

San Pablo, escribiendo a los Tesalonicenses, da una enseñanza práctica sobre cómo vivir en este “mientras tanto”. Algunos creyentes, convencidos de que el fin estaba cerca, habían dejado de trabajar y se habían vuelto ociosos. Pablo les recuerda que el discipulado no es una huida del mundo, sino una transformación del mismo. Perseverar con fidelidad significa seguir trabajando, orando y sirviendo, aun cuando el resultado final esté más allá de nuestra vista.

En el Evangelio según san Lucas, Jesús habla con franqueza sobre la destrucción del Templo y las pruebas que vendrán — guerras, terremotos, persecuciones. Sin embargo, también dice: “No tengan miedo.” La promesa no es que los discípulos evitarán el sufrimiento, sino que no lo enfrentarán solos. “Yo mismo les daré palabras y sabiduría”, dice Él, “y con su perseverancia salvarán sus vidas.” El mensaje es claro: la esperanza cristiana no es el simple optimismo de que todo saldrá bien, sino la confianza en que Dios permanece fiel en medio de toda agitación. El mundo puede temblar, pero el fundamento de la fe sigue firme. Al acercarnos al final del año litúrgico, recordamos que la perseverancia, la fidelidad y la confianza en Cristo son nuestro camino más seguro hacia la paz. Continuemos viviendo con fe, trabajando con empeño y dando testimonio con valentía — seguros de que el “sol de justicia” sigue saliendo para quienes mantienen su mirada puesta en el Señor.

¡Que Dios los bendiga siempre!

P. Stan