7 de septiembre de 2025 - 23 Domingo del Tiempo Ordinario
Queries hermanos y hermanas en Cristo:
Nuestra fe y nuestras decisiones de vida siempre nos presentan un desafío. La sabiduría de Dios es más grande que la nuestra. En la primera lectura, el Libro de la Sabiduría nos recuerda que a menudo tenemos dificultad para comprender incluso las realidades terrenas; ¡cuánto más necesitamos la guía de Dios para entender sus caminos! El discipulado comienza con la humildad: reconocer nuestros límites y permitir que el Espíritu ilumine nuestros pasos.
San Pablo, escribiendo a Filemón, nos muestra cómo se vive esto en la práctica. Intercede por Onésimo, un esclavo fugitivo, no como propiedad que debe ser devuelta, sino como un hermano en Cristo. El Evangelio reordena radicalmente las relaciones; ya no nos definen el estatus, el poder ni la posesión. Lo que importa es nuestra pertenencia a Cristo, que nos hace una sola familia.
El Evangelio de hoy es una de las enseñanzas más desafiantes de Jesús. Él dice a la multitud que seguirlo requiere más que admiración o buenas intenciones; exige compromiso, sacrificio e incluso la disposición a dejar lo que más apreciamos. “Odiar” padre, madre, posesiones e incluso la propia vida, no significa despreciarlos, sino poner a Cristo en primer lugar. Ser discípulos significa que todo lo demás en nuestra vida debe encontrar su lugar en relación con Él.
Jesús usa los ejemplos de construir una torre y de prepararse para la batalla para enseñar su punto: antes de emprender una gran obra, se calcula el costo. Seguirlo no es una decisión superficial. Requiere sinceridad, perseverancia y confianza en la gracia de Dios. Como el constructor y el rey, debemos reconocer que no podemos completar este camino con nuestras propias fuerzas; necesitamos a Cristo para sostenernos.
Este domingo nos desafía a preguntarnos: ¿Qué “cruz” necesito llevar con Cristo? ¿De qué debo desprenderme para ser más libre para Él? El discipulado es exigente, pero conduce a la libertad y a la alegría más profundas. Cuando Cristo es nuestro primer amor, todo lo demás encuentra su debido orden, y esa es la verdadera sabiduría de la vida. Que tengamos el valor de poner a Cristo por encima de todo y la fe para seguirlo dondequiera que Él nos guíe.
Esta semana recordamos a las víctimas del 11 de septiembre y de la violencia de pandillas que en años pasados afectaron a nuestra comunidad. Oramos por quienes sufren la pérdida de sus seres queridos, pidiendo a Dios la sanación de sus almas.
¡Que Dios los bendiga siempre a todos!
P. Stan