14 de septiembre de 2025 - 24 Domingo del Tiempo Ordinario

Queries hermanos y hermanas en Cristo: 

Este domingo celebramos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. La Iglesia eleva la Cruz de Cristo, signo de nuestra salvación y fuente de nuestra esperanza. Esta fiesta celebra un doble aniversario. En Jerusalén, Constantino erigió el Anástasis sobre la tumba vacía de Jesús, la basílica del Martyrium cercana, y entre ambas, el santuario del Calvario que marcaba el lugar de la crucifixión. Dedicados en el año 335, estos lugares santos fueron destruidos y reconstruidos varias veces, hasta que la actual Iglesia del Santo Sepulcro fue completada por los Cruzados en 1149. Hoy también recordamos el hallazgo de la Cruz del Señor por Santa Elena en el año 320. Esta historia nos recuerda que, aunque los edificios terrenos se levanten y caigan, la Cruz permanece para siempre: signo de la victoria de Dios sobre el pecado, el mal y la muerte.

La Cruz de San Benito proclama esta victoria de un modo especial. Alrededor de la medalla están inscritas oraciones de exorcismo y protección: Crux sacra sit mihi lux — “Que la Santa Cruz sea mi luz.” Non draco sit mihi dux — “Que el dragón (Satanás) no sea mi guía.” Vade retro Satana! — “¡Apártate, Satanás!”Nunquam suade mihi vana — “Nunca me tientes con tus vanidades.” Sung mala quae libas; ipse venena bibas — “Lo que ofreces es malo; bebe tú mismo tu veneno.” Estas palabras no son superstición ni magia, sino una proclamación de fe: que por la Cruz de Cristo, el demonio queda sin poder. La medalla se usa como oración de exorcismo contra los ataques espirituales, tentaciones y peligros. Es un recordatorio visible de que Cristo ha vencido, y de que su Cruz protege a quienes lo invocan con fe.

También vemos esta devoción en la oración que muchas personas latinas hacen con la triple cruz antes de orar: “Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro: Padre, Hijo y Espíritu Santo.” (“By the sign of the Holy Cross, deliver us from our enemies, Lord our God: Father, Son and Holy Spirit”). Con este gesto—cruzando la frente, los labios y el corazón—pedimos a Dios que purifique nuestros pensamientos, palabras y deseos, y que nos guarde de todo mal.

En esta fiesta, elevemos la Cruz, no sólo en nuestras iglesias, sino también en nuestros hogares y corazones. Que la Cruz sea nuestra luz, nuestra protección y nuestra fortaleza en toda circunstancia de la vida. Como dijo San Pablo: “Lejos esté de mí gloriarme, si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gál 6,14).

¡¡¡Que Dios los bendiga siempre!!!

P. Stan