6 de julio de 2025 - 14 Domingo del Tiempo Ordinario
Queries hermanos y hermanas en Cristo:
En el Evangelio de este domingo (Lucas 10, 1–12. 17–20), Jesús designa a setenta y dos discípulos y los envía de dos en dos a los pueblos que Él mismo pensaba visitar. Sus instrucciones son claras y sencillas: viajen ligeros, dependan de la hospitalidad de los demás, y proclamen: “El Reino de Dios está cerca.” Lo que llama la atención es la humildad y la vulnerabilidad que Jesús pide a sus seguidores. No deben llevar dinero, comida ni siquiera un par de sandalias extra. Van como mensajeros de paz, no de poder. Y su tarea principal no es discutir ni convencer, sino simplemente bendecir: “¡La paz esté con esta casa!” Jesús les recuerda —y también a nosotros— que la misión no se trata del éxito personal, sino de la fidelidad. Aun cuando sus esfuerzos parezcan rechazados, no deben desanimarse. “Sacudan el polvo de sus pies”, les dice. Es decir: dejen los resultados en manos de Dios. Cuando los discípulos regresan llenos de alegría por los frutos de su misión, Jesús les recuerda con ternura que no deben alegrarse por sus logros, sino por su relación con Dios: “Alégrense más bien porque sus nombres están escritos en el cielo.”
Como discípulos modernos, también nosotros somos enviados —a nuestras familias, lugares de trabajo, vecindarios y más allá. Tal vez no siempre veamos resultados extraordinarios, pero ese no es el punto. Lo que importa es salir con la paz de Cristo en el corazón, confiando en que Dios hará el resto. Recordemos esta semana que todos somos “enviados”, embajadores de la paz de Cristo en un mundo que la necesita con urgencia. ¿Hacia dónde siento que Jesús me está enviando esta semana para compartir su paz? ¿Estoy demasiado enfocado en los resultados, o estoy confiando en el plan más grande de Dios? Permitamos que Jesús nos haga sus mensajeros de paz, listos para preparar los lugares y corazones de los demás, para que Él los visite y complete su obra salvadora en sus vidas.
Espero y oro que estén disfrutando este fin de semana largo del Día de la Independencia, celebrándolo como un tiempo de total dependencia en la providencia y el amor de Dios, tal como Jesús lo pide en el Evangelio. Y ahora que los niños y jóvenes han comenzado sus vacaciones, que este tiempo sea una oportunidad para fortalecer los lazos familiares y la amistad entre ustedes y con Dios mismo. ¡Que Dios los bendiga siempre!
P. Stan