1/19/25 - Segundo Domingo Tiempo Ordinario
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En las lecturas de hoy, se nos invita a reflexionar sobre el poder transformador de Dios y Su llamado a participar en Su obra. Desde la visión de Isaías sobre una Jerusalén renovada y llena de alegría, hasta el milagro en Caná, el mensaje es claro: Dios siempre está obrando, trayendo nueva vida y gracia a nuestras vidas.
El profeta Isaías habla del profundo amor de Dios por Su pueblo, comparándolo con una novia adornada para su esposo. Esta imagen de una relación de alianza nos recuerda que Dios nunca abandona a Su pueblo. A pesar de los momentos de desolación, Él promete restaurarnos, haciéndonos Su deleite. Esta misma promesa se aplica a nosotros hoy. No importa nuestras luchas o fracasos, el amor de Dios es constante, y Él desea transformar nuestras vidas en algo hermoso.
San Pablo nos recuerda que el Espíritu Santo equipa a cada uno de nosotros con dones únicos. Estos dones no son para beneficio personal, sino para el bien común. Ya sea sabiduría, conocimiento, fe o sanación, cada don es parte del plan de Dios para construir Su Reino. Aquí está el desafío: ¿Estamos utilizando nuestros dones para la gloria de Dios? ¿Estamos atentos a las necesidades de los demás, listos para contribuir con lo que se nos ha dado? Al igual que los sirvientes en Caná, estamos llamados a hacer nuestra parte, confiando en que Dios obrará a través de nosotros.
El Evangelio nos lleva a la boda en Caná, donde Jesús realiza Su primer milagro, convirtiendo el agua en vino. A primera vista, este milagro parece una solución simple a una situación embarazosa. Pero es mucho más que eso. Revela la misión de Jesús: transformar lo ordinario en extraordinario. Notemos cómo este milagro involucra la cooperación humana. La intercesión de María prepara el escenario, y los sirvientes obedientemente llenan las tinajas con agua, aunque no entienden completamente. Su confianza y obediencia permiten que Jesús revele Su gloria. Esta historia nos recuerda que Dios a menudo obra a través de los momentos ordinarios de nuestras vidas. Él nos pide confianza y disposición para actuar, incluso cuando no vemos el panorama completo.
Como María, llevemos nuestras necesidades y las de los demás a Jesús con confianza, confiando en Su capacidad de transformar. Reflexionemos sobre los dones que Dios nos ha dado. ¿Cómo podemos utilizarlos para servir a los demás y glorificarlo a Él? Finalmente, estemos abiertos a la obra de Dios en nuestras vidas, incluso cuando requiera paciencia o dar un paso de fe.
Las lecturas de hoy nos recuerdan el poder transformador de Dios y Su deseo de hacernos participar en Su obra. Al igual que el agua convertida en vino en Caná, Él quiere tomar los aspectos ordinarios de nuestras vidas y convertirlos en algo extraordinario. Respondamos con fe, confianza y disposición para actuar, sabiendo que Él siempre está obrando, haciendo nuevas todas las cosas para nosotros, con nosotros y a través de nosotros.
Señor, te damos gracias por Tu gracia transformadora. Ayúdanos a confiar en Tu plan y a usar los dones que nos has dado para Tu gloria. Que nosotros, como los sirvientes en Caná, respondamos a Tu llamado con fe y obediencia.
¡Dios los bendiga siempre!
P. Stan